A muchos les chocará esta receta. Sin embargo se trata de un plato delicioso, ligero y refrescante para los días más calurosos del verano, que se come en todas las regiones de Extremadura. Se puede acompañar de unas tortillas y un poco de fruta.
En mi familia, la sopa de lechuga lleva asociado el recuerdo de mi abuela que la preparaba a su manera, bien finita y sin “rendir” la lechuga.
1 lechuga del tipo romana
Aceite
Vinagre
Sal
1. Picamos las lechuga muy muy finita (esto es fundamental).
2. Rendir la lechuga (opcional): en un bol echamos la lechuga picada, regamos con un poco de aceite y con ayuda de una cuchara la vamos aplastando contra las paredes del bol para “rendirla”, es decir para que se ablande. Soltará un agüilla verde que tiraremos.
3. Una vez la lechuga rendida (o no), la guisamos con aceite, vinagre y sal, y añadimos agua muy fría (mejor del frigorífico) al gusto.
Organización: esta sopa hay que prepararla al momento; no se puede dejar ya hecha pues la lechuga se “quemaría” por el vinagre. Pero podemos dejar la lechuga picada con antelación y guardada en el frigorífico si vemos que no tenemos tiempo.