Esta sopa se ha preparado durante generaciones en todas las cocinas extremeñas. Antiguamente este guiso se conocía también como patatas viudas o caldúas. Hay múltiples variantes, ésta es la manera de las comarcas occidentales de Badajoz, de la Serena y la Siberia. El secreto de este plato consiste en picar la verdura muy fina y cocinar los ingredientes con mimo y lentamente. Acompañada de un poco de queso o de un huevo constituye una cena estupenda y reconfortante.
2 patas medianas
1 cebolla
2 dientes de ajo
2 tomates medianos
1 pimiento verde
1 pimiento rojo
Laurel
3-4 cucharadas de aceite para sofreír
Pan
Un huevo por comensal (opcional)
1. Picar toda la verdura muy fina, en especial la patata que cortaremos en lajitas finas, como si fueran pétalos.
2. En una olla o cazuela (de barro a ser posible), sofreímos primero un poco la cebolla, el ajo y el laurel, y cuando estén un poco pochados añadimos el resto de la verdura que dejamos confitar a fuego lento durante 15 minutos aproximadamente.
3. Añadimos agua y dejamos hervir a fuego lento unos 15-20 minutos (los trozos de tomate deberán deshacerse casi por completo). El volumen de agua dependerá de cómo nos gusten las sopas y de la cantidad de pan que echaremos luego, ya que éste absorbe mucho.
4. Ajustamos de sal. Cascamos unos huevos si queremos una sopa más nutritiva y cuando estén cuajados servimos en unos platos hondos donde habremos dispuesto las sopas de pan picaditas finas.
Organización: si vamos justos de tiempo, podemos dejar preparado el sofrito y reservar; media hora antes de comer, poner las sopas a cocer.
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